Como a la mayoría de personas de mi edad, la alopecia me causa una suerte de pavor personal y sorna en lo ajeno. El día en que cada uno de mis pelos quede para la historia, me gustaría que me los arrebataran a la fuerza en una lucha tácita, ensayada y pasional. Ojalá cada pelo fuera un veterano condecorado y caído en un combate para recordar. Al final quien me los arrebatará será el tiempo y no el amor.
Inmerso en el frenesí
del besar enamorado,
vino la caricia dulce
a causar tal menoscabo.
En minar el fundamento
del cabello enraizado,
lo precipita al vacío.
De tan recio a simple esclavo.
¡Oh amor! ¡Oh amorcito!
Lindo vicio y vil villano.
Que en tu regazo el dolor
y el candor van de la mano.
La gravedad le gobierna
sin su cefálico amo
y le absorbe junto al lecho
como al amante el abrazo.
Como la pluma en el viento
desciende tramo por tramo
para en un beso fundirse
entre las cintas del lazo.
¡Oh amor! ¡Oh amorcito!
Lindo vicio y vil villano.
Que en tu regazo el dolor
y el candor van de la mano.
Ondea el pelito al aire,
yendo del valgo hacia el varo.
Reflejando en su piel rubia
destellos del carnal acto.
Vuelca en las fieras corrientes,
pajarea con descaro,
se mece y observa alegre
el fin del lascivo pacto.
¡Oh amor! ¡Oh amorcito!
Lindo vicio y vil villano.
Que en tu regazo el dolor
y el candor van de la mano.
Y sucumbe en este lienzo
el bello vellito salvo.
Defenestrado, inerme,
víctima del arrebato.
Se lamenta de su nicho
ahora pelado y calvo.
Maldice mudo su suerte
de mártir por un buen rato.
¡Oh amor! ¡Oh amorcito!
Lindo vicio y vil villano.
Que en tu regazo el dolor
y el candor van de la mano.

