miércoles, 26 de febrero de 2025

The host

 
                                            Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


Hay un tipo de hospitalidad que ama. Son un pecho abierto, como un precipicio palpitante al que uno cae bien a gustito. Que la almohada que recoge al caído sea un corazón dadivoso convierte a esa hospitalidad en el mejor de los impactos. Te cura, te resarce, te da ganas de vivir. Es un amor de película en el escenario más cotidiano, la hacienda en la que recibes al huésped con las puertas abiertas. Como un precipicio hacia un corazón.


A woman built, made, yet baked

dazzling eyes, glistening smile,

impish face, glance so subtile,

daydreamed sprite, biggest desire.


Her foreign speech has become

the mightiest magnet anywhere.

Reckoned miry earth’s attempt

to grind me down, such condemn.


Her winks, her breaths, her aflame;

the need, the more, greedy game;

got me tumbling mad, insane.

More I want, the less I take.


A grin here, a caress there,

my brains blasting everywhere,

my blush burying my whole face,

my heart racing hastiest pace.


My wish, my urge, uneven thirst.

I twitch, ache, I’m feeling cursed

over that, bedevilled worst.

Craving life, fancying you first.

miércoles, 19 de febrero de 2025

El tiempo que no es tiempo

 
                                            Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


El paso inexorable del tiempo es una verdad pavorosa. Tal vez, el mayor éxito de la humanidad ha consistido en relativizarlo y dilatarlo según el prisma que se utilice para mirarlo. La vida en un instante o ninguna vida en muchísimos son historias literarias repetidas hasta la saciedad. Como medir ese tiempo que no es tiempo es para mí, desde hoy, el objetivo fundamental de cualquier ciencia.


El tiempo que es tiempo no para, no cesa.

El tiempo que no es tiempo solo centella,

en los balcones zigzaguea, y se estrella

en los atardeceres de labio y fresa.


Como el rayo estalla, huye y se regresa

al desván donde se acumula la huella

que imprime mi vida, y de forma bella

curva en mi rostro el coral y la frambuesa.


Y al cesar el rayo reverbera el trueno

fuerte, en mi jaula de paredes de pecho,

y tamborilea en grato desenfreno.


Y aún retumban, añosas en mi techo,

tus seis chispas de besos y queroseno

que en el tiempo que no es tiempo se han deshecho.

miércoles, 12 de febrero de 2025

Recuerdos

 
                                            Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


Siendo escritor aficionado, el rigor en mis textos nunca ha sido un imperativo para mí. El objetivo es vaciarme en un papel por diversión. Convertir la elaboración del texto en un entretenimiento único. La inutilidad del rigor en mi caso, es un paliativo agradable para mi absoluta falta de memoria. Mis recuerdos y mi escritura se tergiversan entre ellos hasta cotas cercanas a la frustración virulenta. Recordar ha sido para mí una fuente de tormento hasta el día en el que he aprendido a olvidar todo. Tengo, de todos modos, un cofre lleno de recuerdos preciosos que desearía nunca perder. La poesía dedicada al recuerdo tiene todo de alabanza por un milagro del cerebro humano digno de beatificar, y todo de tormento en esos recovecos donde se almacenan los errores que han decidido volver siempre. Aquí os dejo mi fallido intento de idolatrar y odiar al recuerdo.


Hojas de parra cubren ya, por pudor,

mis pecados de otro tiempo, aún más bello,

sepultados dulcemente sobre el cuello,

tan estancos que bien conservan su olor.


Regadíos de la pena y del dolor.

Simientes en que germina mi cabello.

Monetas guasonas que dicen aquello

de: "¡Cualquier tiempo pasado fue mejor!".


Singulares frutos de mi yo de ayer,

os tengo un canasto de seda y hermético

hecho de iros para nunca volver.


Pues regresáis a mí en un ritmo frenético

y, pese a hermosos, no os quiero más ver

haciendo de mí un dichoso patético.

miércoles, 5 de febrero de 2025

Cancioncilla caduca

 
                                            Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


El estilo desenfadado del arte menor se me hace extremadamente atractivo. En mis épocas de juventud, me dedicaba a variar el número de sílabas sin ningún respeto por la métrica. Escribir una cancioncilla a una imagen que parecía efímera, pero que inevitablemente se reproduce de forma recurrente en la vida popular, no era mi objetivo inicial. Aún así, esta cancioncilla caducada puede ser de la mayor actualidad para el bando opositor al electo actual. Espero la disfruten.


Con un rostro de granito,

sonríe el mal dirigente

y le aplauden unos y otros

aunque a muchos si les cueste.

Sonríe fuerte el tunante

mostrando sus blancos dientes

y entre dos sonrisas piensa

lo saben, pero se mienten.


Y mira como sonríe

de levante hasta poniente.

¡Ay, pobrecito! ¡Ay, pobre!

Cuida no cambie tu suerte.


Dibuja tiempos futuros

y con pigmentos celestes,

los colorea y los pinta

de colmillos y presentes.

Truena y aclama la turba

mil oraciones fervientes

y todos a una exclaman.

¡Presidente, presidente!


Y mira como sonríe

de levante hasta poniente.

¡Ay, pobrecito! ¡Ay, pobre!

Cuida no cambie tu suerte.


Mas se le ensancha la boca

tanto que ya no la siente

y de ella salen palabras

que ni él solito comprende.

Prorrumpen en grandes vítores

los del fondo y los de en frente

y jalean con sus brazos

al balcón y al sonriente.


Y mira como sonríe

de levante hasta poniente.

¡Ay, pobrecito! ¡Ay, pobre!

Cuida no cambie tu suerte.


El otro les da la espalda

ya marchan los feligreses

y para sí mismo dice:

“Luego, que mi juego empiece”

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