miércoles, 30 de abril de 2025

Romance azul

 

Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


Puestos a hacer rankings, como los americanos, concedo el premio al mejor poema del mundo a la Elegía de Miguel Hernández, por encima de cualquier otro que propongáis. En la categoría del romance el primer puesto está más disputado, pero con cierta confianza podría otorgárselo al Romance sonámbulo de Lorca. Eso sí, siempre iría detrás A mis soledades voy de Lope de Vega, y más que detrás pisándole los talones, iría a su lado colgando de su hombro. El romance es un poema agradecido, se lee como una canción, me permitiréis que no comprenda porque ha desaparecido en favor del verso libre. El romance nació para la gente y a la gente os entrego mi breve romance a mi dama azul.


¿Qué brujerías has hecho?

¡Bibidi babidi bú!

De maravillas hay siete

más ninguna como tú.

Qué sortilegio tu encanto,

que te viste con un tul

de dalias y campanillas.

Tus bienes son multitud.


El barco sobre la mar

de tu topacio azul,

que necesario se hunde

en su profunda quietud.

El caballo en la montaña

de tu pectoral baúl,

cabalgando va a un ritmo

de novena magnitud.


Bello glaciar es tu boca,

níveo y añil alud,

ceñido en un rojo nimbo

de un azulado trasluz.

Índigo también el verbo

y ese precioso runrún,

que irradian tus sonrisitas

de tu hueco altramuz.


Tu piel es lienzo de cielo

y mi tacto inquietud;

yo te pinto, con los dedos,

el alma color azur.

Me ahogo en tu cabello,

en osada gratitud,

y te digo que te quiero:

azul que te quiero azul.

miércoles, 23 de abril de 2025

Hombre antorcha

 
Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


No suelo soñar. Mis sueños son como un acontecimiento anual, como un cumpleaños o unas bodas de plata. En las ocasiones que lo hago siempre son sueños aparentemente angustiantes, que por alguna razón no me dan angustia. En una ocasión soñé que un hombre sin rostro me miraba desde el borde de la cama, algo parecido al corazón delator de Edgar Allan Poe. En el sueño yo intentaba apartar a ese hombre de mi a empujones, pero permanecía yo estirado en la cama. Pese a ser un hombre largo, mis brazos no me dotan de una envergadura excepcional así que no llegaba. El hombre sin rostro solo me miraba. Me desperté más extrañado que aterrado. Es lo más cercano que recuerdo a una pesadilla. Aquí os dejo otro convertido en soneto. 


Soñé que, diligente, me prendía en fuego

y todo se volvía más sencillo entonces;

los onces, en la hoguera, eran solo onces

y diáfanas lucían las reglas del juego.


Engalanado y hermoso, como un griego

vestido de dorados cálidos y de bronces,

caracoleaban ante mí todos los gonces

de las puertas que custodian los ojos del ciego.


A lo bonzo avanzaba una antorcha viva,

una lámpara hostil en manos del gendarme,

emprendiendo ya una marcha definitiva.


De mi sueño, les ruego, que nadie se alarme.

No había congoja ni vida fugitiva.

No quería morir, quería iluminarme.

miércoles, 16 de abril de 2025

El progreso

 

Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


Os dejo aquí otro ejercicio de escritura creativa que elaboré para la red social X. La propuesta era crear un poema a partir de una imagen parecida a la que ha elaborado la inteligencia artificial y os comparto al inicio del post. A veces es doloroso ver como el avance tecnológico radica en sustituir el mundo vivo por el inanimado. La vida es algo que me gusta.


Partimos el mundo en dos con el progreso:

hierro era el tren, la sangre o el sable.

Una estría de lava, como un cable,

separando dos bocas de un viejo beso.


Hierba y árbol se querían de regreso

al riel férreo, humoso e implacable,

que les robara su suelo. Imperdonable

es la avidez telúrica del expreso.


Todo paso adelante es ratería

potencial de lo exánime a la vida,

en favor de ésta, dice la ironía.


El futuro parece hoy una huida

de lo vivo, esa eterna compañía

amable, amorosa e inmerecida.

miércoles, 9 de abril de 2025

Un olmo y un año

 
                                                                                Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


El dinamismo de lo humano es a veces desalentador. Los amores se deshacen más rápido que las estaciones y dejan a uno con ganas de más. En el mundo estático el amor se me hace mucho más apacible. Un amor que perdura e innegable a cualquiera por su permanencia ineludible. En ocasiones querría ser un olmo y amar de enero a diciembre, de forma distinta pero eterna.


Quisiera ser el olmo que cubre tu ventana

y guarnecerme de topacios en tu mirada

cuando el murciélago abre su madrugada,

y custodiarte el trecho hasta la mañana.


Que, en primavera, el mirlo y la corneja

se posen en mis brazos, entonando bien juntos

saetas y salmos para atraer tus asuntos

a la platea que es mi raigambre añeja.


Quisiera, en verano, darte fresco y sombra,

y un respaldo para tus penas y dolores.

Pues el olmo es de quien recibe sus amores

y es más tuyo si es tu voz la que lo nombra.


Llegar otoño y dejarte una estera

dorada en el suelo con un toldo de piedras

preciosas, dejar que trepen mi cuerpo las hiedras

y te adornen el cabello en mi madera.


Y quisiera que, en inverno, ya desvestido,

esperando al estío volver a tu puerta,

y echado de la calle misma por desierta,

recuerdes, con tus dientes, nublarme el sentido.


No hay lluvia que riegue al olmo como hace

el amor que te tengo. Si pudiera mi vida

ser, como la del olmo, a tus pies permitida,

no habría paraíso que la reemplace.

miércoles, 2 de abril de 2025

El tiempo

 

Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


Hace tiempo conteste a un tweet de escritura creativa. La propuesta era hacer un poema o un texto basándose en la imagen de un hombre volando agarrado a una serie de globos, que eran, en sí, relojes. Por comodidad y costumbre respondí con un soneto. Hay tantas cualidades y características tópicas del tiempo que un poeta simple y tópico como yo podría dedicarle sesenta mil poemas.


¿Vuelo con el tiempo o el tiempo vuela?

He tenido que pensarlo tantas veces.

Despega cual ave gris, y apareces

en el arrabal vacuo de tu esquela.


A sus lomos afianzo mi espuela,

resisto en el torrente de los jueces

imparciales, me curvo en sus dobleces

y sano en la sombra de su estela.


El tiempo es un carro antojadizo,

lleva en su seno el ser y el mundo

y es el obvio rector del que lo hizo.


Del tiempo hay un solo hecho rotundo

y del agua y del aire primerizo:

sin él yo no existo ni un segundo.

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