Parte del enamoramiento es el camino a la consecución amorosa. Pocos caminos empiezan con más esperanza que este. Si Cristóbal Colon hubiera viajado a América en busca de algún amor en vez de una simple ambición, esa habría sido la gesta más loada de la épica. Es la esperanza un motor de combustión capaz de mover la más pesada roca. Con mi esperanza de que os guste, os dejo este romance.
La rana croa en la poza;
la hoja resiste con temple
al viento de los amores,
que es bien sabido que es verde.
Me empujan sus verdes manos
a algún lugar de poniente,
donde un hermoso futuro
me halle contigo enfrente.
Me escolta una mariposa
abanderada e inerme;
con sus alas de esmeralda
va esquivando la corriente.
Se vuelven los girasoles
hacia mi estrellada suerte,
pues la odisea hacia ti
me es un camino leve.
En nuestro jade periplo
todos los huertos florecen:
los olivos, los manzanos,
el musgo, el bambú y el césped,
como si fueran tocados
por una precoz Deméter,
que llena de viva menta
todo aquello que acomete.
Ni un semáforo me frena
en mi itinerario a verte.
Me llevo un ramo de juncos
asido en la mano fuerte.
De la otra tira con brío
la esperanza, que es ingente,
cruzando el mar de la noche
hacia tu orilla más verde.






