miércoles, 25 de junio de 2025

Dime con quién andas, y te diré quién eres

 

Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


Este es otro soneto que escribí a raíz de un ejercicio creativo de la red social X. La imagen que debía inspirar el texto no distaba mucho de esta que os presento. Lo escribí basándome en este refrán que se nombra en el Quijote y que espero que os guste.


La compañía es la mayor virtud

de aquél menesteroso de sí mismo.

Es el mayor reflejo del abismo

ese amigo que plasma tu actitud.


En andar juntos hay similitud,

como Alonso y Sancho en su magnetismo,

que los llevó a enfrentar el espejismo

unidos por distinta rectitud.


Trae su luz el camarada fiel,

la rezuma en camino por los poros,

y tu genio asemeja su nivel.


Algún amigo vale dos tesoros:

uno es el placer de avanzar con él,

el otro es conocer nuestros decoros.

miércoles, 18 de junio de 2025

Metus causa

 

Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


El miedo, el pavor, el pánico... El chivo expiatorio de muchos actos de absoluta enajenación. Un tema recurrente en mis escritos y en mi vida. Aquí puedo mostrarlo y avergonzarme de él, y eso es relativamente redentor. Si me veis por la calle me daría mucha vergüenza que me preguntéis si algo me da miedo, así que no lo hagáis. Una cosa menos recurrente en mi vida es la Octava Real. Os dejo por aquí tres seguidas con el mismo tema. A ver que os parece.


Me disculpo de huir como un cobarde

cuando los belicosos que me empellan

al ilusorio rincón en el que arde

la suma nimiedad con que querellan,

y reconvierten la apacible tarde

en un solar francés donde degüellan,

en vez de combatir con nervio vivo

al necio asaltador que os describo.


Me disculpo por guardar las palabras

urgentes en el rato necesario,

y esperar entonces que tú las abras

como quien lee un simple comentario

a deshora, y no parezcan macabras

leídas alejadas de su horario,

en vez de gritarlas en el momento

en que conjuntas tú y el sentimiento.


Me disculpo por el miedo terrible

que amanece en mi pecho cada día

y me invade cada tarde invisible,

incluso en la más grata compañía.

Un terror de soledad ostensible.

Una avenida en Nueva York vacía.

Me disculpo por todo eso que cedo,

de improviso, por y a causa del miedo.

miércoles, 11 de junio de 2025

Sofrito III

 Toca hoy pues una entrega nueva de sofritos. Se van acumulando y hay que irlos añadiendo. Como que la mayoría de entregas ya están programadas y suelo producir entre dos y tres a la semana es normal que se acumulen más. Para los que no lo hayan leído espero que os gusten.



Deseo


Comer una sandía como lo hiciera un niño,

arrojando dentelladas babosas e inmensas,

como si fuera el Olimpo de las recompensas,

desgajar el óvalo dueño de su cariño.


Que mis ojos y narinas fueran grandes bocas;

cada guiño y cada husmeo fuera otro mordisco.

Que la sandía fuera tu piel de malvavisco,

y el niño sería mi ansia viva que provocas.



La culpa


Son dos piedras frotándose en el vientre,

un cuello atenazado por cien ojos,

una irreal jauría y sus despojos;

es el castigo que un Atlas encuentre.


Es una habitación y una gran boca,

y un voraz estómago que digiere

sobre todo y primero al que no quiere,

último y casi nunca al que le toca.



El miedo


Es la sombra de todos mis defectos,

una palabra vil, atragantada;

el silencio que esta da y sus efectos.

Me exhorta la inacción con la mirada.

Como una jaula gris son sus afectos;

un féretro de dolor y de nada.



La negociación


Fue una cruel colisión según la norma:

mis defectos chocando con los tuyos,

y estalló, pues no había otra forma.

No hubo gritos, ni insultos ni barullos,

solo un amor tan grande que deforma

la razón, la quietud y los orgullos.


miércoles, 4 de junio de 2025

Sábado melancólico

 

Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


La explicación es sencilla. Un poema que escribí un sábado y estaba melancólico.


Si huir de mí, imagino yo, fuera un delito,

exclamo: ¡Ya no aguanto más, llévenme preso!

Que ya no aguanto más, lo digo y lo repito,

la interminable y fría ausencia de tu beso.


Si en mi recuerdo te sorprendo y me derrito

como la médula inconstante de mi hueso:

y tu palabra engendra luego el infinito,

el mar, el sol y el desamor en el proceso.


Deja que, resuelto, me engulla los venenos

del ensueño que antes fuimos y ya no somos:

un delirio narcotizado que compensa.


No paso página, no: yo te echo de menos

y te rebusco en las portadas de los tomos

y en el café falto que guardo en la despensa.

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