Los amantes
Supimos hacer lo fácil, perfecto:
los abrazos, caricias y los besos.
Todo era real; no había defecto.
Luego lo difícil nos dejó tiesos:
la mañana en silencio y el efecto
que edifican, inciertos, los excesos.
El insomnio
Es una cárcel de libre albedrío,
erial yermo de sueños por soñar.
Un tiempo que me es dado y no es mío.
A menudo me aprieta el paladar,
me visita en la noche hasta el hastío
si bebo, o me da por recordar.
La regla del reflejo
Puede ser el universo o el hado,
en una de sus infinitas formas,
el que dejó grabado entre sus normas
no dar puntada sin un hilo atado.
De todas, la más vil, la del espejo.
Queriendo ver en él atardeceres,
lagunas, lirios blancos y placeres,
me asomo y solo hallo mi reflejo.
Abrazarse
Es hablar por los brazos y los codos
entre dos corazones reservados
y entenderse también, de todos modos.
Es abrir afluentes inesperados
del río más importante de todos
en aquellos confluentes adecuados.




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