miércoles, 29 de enero de 2025

Abejitas

 
                                            Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.


Todos los poetas han sucumbido al amor adolescente. A su melosidad y a su amargo final. El amor adolescente puede ser obsesivo y calamitoso, pero siempre pervivirá en él una iconografía de flores y de néctares que no pueden faltar en mi propio poema de amor adolescente.


Cual pájaro funesto picoteó mi vena

tu encanto e hizo mieles espesas de mi savia.

Y se alejó con un zumbido, prendiendo en rabia

el promontorio en que tu aguijón besó su cena.


Poco a poco, despacito, me torné colmena

de abejitas temblorosas que mi ser agravia.

Me tiemblan en las manos, la tripa y en la labia

al libar el perfecto licor de tu melena.


Te marchaste aleteando presto hacia otras flores,

dejando de tu cuerpo en mí solo una herida

embriagada de tu dulce néctar y picores.


Y con el recuerdo de tu súbita partida,

traquetean en mi pecho pinchos y dolores

ahincados por el fijo rastro de tu huida.

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