Como a todo buen hijo de vecino, el azar me gobierna como un amor adolescente. Los juegos de azar son tan estimulantes como adictivos. El azar rige tanto el universo como cada uno de mis infortunios. Siendo el azar tan importante y capital, como podría yo resistirme a hacerle un pequeño poema en una tarde adolescente.
Tengo un dado en una mano.
En la otra una pluma.
En la mesa tengo un folio.
En la mente, una musa.
Con un seis te hago un poema.
A ti ley del universo.
Azar, rey de lo efímero,
gran regidor de lo eterno.
Saco un tres, menuda pena.
Hoy algo me ha inspirado.
Tal vez haya una manera
de explotar este milagro.
Volveré a tirar. No falles.
¡No! Un dos. Gran infortunio.
Y cinco y cuatro, ya toca.
Sea este el preludio
de mi suerte de escritor.
A ver ahora que sale…
Fallé otra vez. Maldición.
¡Oh Azar! Para mí es tarde.
Caprichoso, has de saber
que has perdido tu poema
mi admiración y respeto
hasta otra tarde más buena.

0 comments:
Publicar un comentario