El estilo desenfadado del arte menor se me hace extremadamente atractivo. En mis épocas de juventud, me dedicaba a variar el número de sílabas sin ningún respeto por la métrica. Escribir una cancioncilla a una imagen que parecía efímera, pero que inevitablemente se reproduce de forma recurrente en la vida popular, no era mi objetivo inicial. Aún así, esta cancioncilla caducada puede ser de la mayor actualidad para el bando opositor al electo actual. Espero la disfruten.
Con un rostro de granito,
sonríe el mal dirigente
y le aplauden unos y otros
aunque a muchos si les cueste.
Sonríe fuerte el tunante
mostrando sus blancos dientes
y entre dos sonrisas piensa
lo saben, pero se mienten.
Y mira como sonríe
de levante hasta poniente.
¡Ay, pobrecito! ¡Ay, pobre!
Cuida no cambie tu suerte.
Dibuja tiempos futuros
y con pigmentos celestes,
los colorea y los pinta
de colmillos y presentes.
Truena y aclama la turba
mil oraciones fervientes
y todos a una exclaman.
¡Presidente, presidente!
Y mira como sonríe
de levante hasta poniente.
¡Ay, pobrecito! ¡Ay, pobre!
Cuida no cambie tu suerte.
Mas se le ensancha la boca
tanto que ya no la siente
y de ella salen palabras
que ni él solito comprende.
Prorrumpen en grandes vítores
los del fondo y los de en frente
y jalean con sus brazos
al balcón y al sonriente.
Y mira como sonríe
de levante hasta poniente.
¡Ay, pobrecito! ¡Ay, pobre!
Cuida no cambie tu suerte.
El otro les da la espalda
ya marchan los feligreses
y para sí mismo dice:
“Luego, que mi juego empiece”

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