Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.
La suerte se manifiesta de las más inesperadas y tétricas formas. En ocasiones, transforma un horror mayúsculo en lo que parece hasta un regalo de los dioses, pero es un horror al fin y al cabo.
Aún recuerdo el día en que volviste
de entre los muertos, tamaña suerte,
y no recordabas ni tu muerte
ni tu vida, anclada en el despiste.
Sacudiéndote la ceniza, triste,
y también la tierra fresca e inerte,
te esforzabas en vano en componerte
a bocados de memorioso alpiste.
Recuerdo la llamada admonitoria,
la carrera infinita hacia tu fuero,
el tiempo martirizador y huero,
y un rostro familiar y sin memoria.
Rememoro una pátina ilusoria
en el aire viciado y pendenciero,
en que se antojaba, tal vez, primero
un sueño sobrescrito a esta historia.
Todos los auxilios nos sonreían
como si conocieran dónde acaban
los vivos agotados que llegaban
de la orilla del Lete en que caían.
Aún recuerdo el día en que volvían
a ti tus colores, donde moraban.
Máquinas pitando te saludaban.
Ángeles riéndote se despedían.

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