Todo adolescente es lascivo en algún momento, dicen que por la efervescencia hormonal y esas cosas. No iba a ser yo menos. Además me parecía una travesura mayúscula, divinizar y dotar la sexualidad de cierta religiosidad y devoción. Se que es un tópico manido y nada original, pero al fin y al cabo así es todo lo que escribo.
Como la mosquita lista de Samaniego
quiero enterrar en tu pastel mi golosina
y en tu panal de rica miel, bien por rutina,
empalagarme el verbo ascético a lo griego.
Prosternarme entre dos candelas para el ruego
cenital y excavar mi lengua en la marina
fuente termal de reflexión pura y divina,
empatando así, el ahogo y el sosiego.
Amarte bien como Neruda es lo que quiero
cual si un beso mío te cerrara la boca,
y una mariposa aleteara un brasero.
Que sientas cómo mi alma a la tuya toca,
en los envites y en el amor con esmero,
en la cama de seda o detrás de una roca.

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