Toca hoy pues una entrega nueva de sofritos. Se van acumulando y hay que irlos añadiendo. Como que la mayoría de entregas ya están programadas y suelo producir entre dos y tres a la semana es normal que se acumulen más. Para los que no lo hayan leído espero que os gusten.
Deseo
Comer una sandía como lo hiciera un niño,
arrojando dentelladas babosas e inmensas,
como si fuera el Olimpo de las recompensas,
desgajar el óvalo dueño de su cariño.
Que mis ojos y narinas fueran grandes bocas;
cada guiño y cada husmeo fuera otro mordisco.
Que la sandía fuera tu piel de malvavisco,
y el niño sería mi ansia viva que provocas.
La culpa
Son dos piedras frotándose en el vientre,
un cuello atenazado por cien ojos,
una irreal jauría y sus despojos;
es el castigo que un Atlas encuentre.
Es una habitación y una gran boca,
y un voraz estómago que digiere
sobre todo y primero al que no quiere,
último y casi nunca al que le toca.
El miedo
Es la sombra de todos mis defectos,
una palabra vil, atragantada;
el silencio que esta da y sus efectos.
Me exhorta la inacción con la mirada.
Como una jaula gris son sus afectos;
un féretro de dolor y de nada.
La negociación
Fue una cruel colisión según la norma:
mis defectos chocando con los tuyos,
y estalló, pues no había otra forma.
No hubo gritos, ni insultos ni barullos,
solo un amor tan grande que deforma
la razón, la quietud y los orgullos.




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