miércoles, 11 de junio de 2025

Sofrito III

 Toca hoy pues una entrega nueva de sofritos. Se van acumulando y hay que irlos añadiendo. Como que la mayoría de entregas ya están programadas y suelo producir entre dos y tres a la semana es normal que se acumulen más. Para los que no lo hayan leído espero que os gusten.



Deseo


Comer una sandía como lo hiciera un niño,

arrojando dentelladas babosas e inmensas,

como si fuera el Olimpo de las recompensas,

desgajar el óvalo dueño de su cariño.


Que mis ojos y narinas fueran grandes bocas;

cada guiño y cada husmeo fuera otro mordisco.

Que la sandía fuera tu piel de malvavisco,

y el niño sería mi ansia viva que provocas.



La culpa


Son dos piedras frotándose en el vientre,

un cuello atenazado por cien ojos,

una irreal jauría y sus despojos;

es el castigo que un Atlas encuentre.


Es una habitación y una gran boca,

y un voraz estómago que digiere

sobre todo y primero al que no quiere,

último y casi nunca al que le toca.



El miedo


Es la sombra de todos mis defectos,

una palabra vil, atragantada;

el silencio que esta da y sus efectos.

Me exhorta la inacción con la mirada.

Como una jaula gris son sus afectos;

un féretro de dolor y de nada.



La negociación


Fue una cruel colisión según la norma:

mis defectos chocando con los tuyos,

y estalló, pues no había otra forma.

No hubo gritos, ni insultos ni barullos,

solo un amor tan grande que deforma

la razón, la quietud y los orgullos.


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