Imagen creada con la herramienta DALL-E de OpenAI.
El día que sea un póstumo Lorca
o un Bukowski maldito y encumbrado.
Cuando todos me aplaudan con agrado
y laurel sea la soga de mi horca.
El día en que desgrane la mazorca
de mis glorias y quede sepultado
por un costal más grande que un arado
o un nimbo más pesado que una orca.
El día en que sea un Zahir indeleble
en la mente de todos mis paisanos,
como lo es el ducho a los oriolanos
o el braseado llorón al endeble.
Ese día en que mi palabra pueble
todo, como los imperios romanos
o aquellos siete pecados cristianos
que sabe cada socio del inmueble.
Ese día colgadme de los pies,
para zarandearme la mollera
y echarme sin desprecio el alma entera
del cuerpo mal erguido del revés.
Sacudidme con violencia el envés
de mi figura y de la sementera,
con patadas, mordiscos, en hilera;
horadado cual lóbulo al través.
Devolvedme implacables a la vida,
arrancadme los ajuares del sueño;
afeadme con justicia el empeño
de asir esta virtud inmerecida.
Volver a la mesa tras la caída,
a escribir, que de nada más soy dueño
que de algún que otro verso halagüeño
y de un tiempo altruista y homicida.

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